lunes, 14 de septiembre de 2009

Energía

Cuando dos manos tropiezan adrede, comienzan rozándose tímidamente, analizando el sensible terreno, cautivando rincones del tacto, sintiendo como poco a poco van dejando de atender a absurdos pensamientos y se vuelven independientes de sí mismas. Se dejan llevar por sus últimos impulsos, se abrazan, se pierden, se encuentran, se sienten y encajan, como nunca antes lo habían hecho. Ambas saben que están construídas la una para la otra, y ya sin miedo continúan entregándose en caricias todo el tiempo que han esperado sin querer este momento. Sentir la energía que emana y se desprende de cinco dedos entrelazados con otros cinco, sin duda es el sentimiento más bonito del mundo.