sábado, 22 de agosto de 2009

Me tiemblan los pies, el corazón me late a mil por hora, miro a todas partes sin buscar nada, me muerdo el labio, siento frío en el cuerpo y calor en la cabeza, repaso las palabras sin saber su orden, oigo mi intento de respiración, cierro los ojos y espero los cinco eternos toques.
Se me acabaron las excusas, nadie sabrá si valió la pena.
No me siento más feliz después de hacerlo, quizás no era el día apropiado, el momento oportuno o el instante perfecto, pero lo necesitaba, porque es lo único que necesito en este mundo.