sábado, 15 de agosto de 2009

El libro que esconde una historia

Estoy detrás de un libro, no sé su título ni su autor, ni siquiera reconocería su portada, pero hay una inquietud que naufraga cada vez que abrazo uno entre las manos, una inquietud que no me suelta, aunque yo deje el libro donde estaba tras leer brevemente las tímidas frases de su espalda.
Quizás no estoy en busca de una novela como tal, ni de un cuento con moraleja. Quizás sólo persigo una historia y sueño que un amante de las letras la haya escrito para que alguien la recuerde. Creo que se trata de una historia popular, creo que es intensa, simple y complicada, creo que es imposible que sólo ocurra una vez y a dos personas, creo que se repite cada día, y es más, creo que hay una infinidad de borradores que hablan de ella, que comienzan con miedo ha ser descubiertos pero terminan desbordándose en cada párrafo. Esta historia no tiene márgenes, hay partes donde la caligrafía de los momentos mejora y otras donde no hay más que tachones que los nubla y oculta. Muchas frases navegan borrosas entre el rastro de una lágrima y muchas otras no tienen sentido, pero el alma no atiende al gusto, vista, olfato, oído o tacto. Las palabras se dan la mano sin atender a ninguna plantilla, describen montañas, escalándolas y rodando hasta sus laderas constantemente. Todas las hojas guardan el mismo número en sus esquinas, mostrando el inicio y haciéndola interminable. No hay un marcador en esta historia, cuando se empieza se continua, o se abandona. Está traducida a todas las lenguas pero muy pocos la entenderían. Existen ciertas páginas perfumadas, que devuelven un ayer instantáneo, fugaz como él mismo. No sé cuantas hojas contiene, seguramente muchas, quizá tantas como el número grabado a pie de página. Tampoco sé cuantos capítulos la construyen, como no sé si alguien más busca esta historia como yo lo hago.
Si esta historia transformada en libro existiese y la encontrara. Prometo pedirte de nuevo que me cuentes lo que le pasó a esa niña y como cambió su rumbo a partir de entonces.

Quizás de esta forma entenderé el por qué me cuesta tanto pasar página y cerrar el libro que se despliega en mi memoria.