miércoles, 6 de enero de 2010

Sonríes

y el mundo es perfecto. Qué más dará no entender el significado de tus expresiones ni los motivos de tu alegría. No importa el por qué te ries, lo haces y no puedes parar de hacerlo. La tarde acompaña a tu mirada. Todo lo bañan tus palabras entrecortadas y tus cambios de tono. Te integras en una multitud conocida y ésta se convierte para mis ojos en un completo segundo plano. Caminas sin saber a donde irán tus pisadas y sin preocuparte por ello. Te sientes bien, sin embargo, inquietudes se despiertan en ti cuando la prisa se enfrenta al tiempo. Eres monótono, hablas de los mismos temas con las mismas personas. Aún así, eres diferente respecto a la última vez que te ví. Quizás por que la Navidad llegó a tu rostro, tarde pero llegó. Nadie se da cuenta de que eres lo más bonito que ha pisado cada uno de los adoquines sobre los que te desplazas. Nadie comprende que eres el todo que cobra sentido cuando apareces. Nadie, absolutamente nadie, conoce los silencios en los que deseo volver a verte feliz. Sin ser motivo de tu felicidad pero siendo partícipe de ella, la joven noche lucha por conseguir una última sonrisa. Cargada de sufiente energía para abastecer a un corazón del que tú eres dueño y al que dejaste sin llaves, perdidas en Dios sabe dónde. Respeto tu piel, imán de la mía. Eres calor humano en su más tierno significado y yo no soy más que aquella de manos frías que busca huellas de las tuyas cada madrugada. Y es precisamente el frío quien me devuelve al momento. Sonríes, casi sin querer. Me encanta encontrarte en este tipo de instantes y por un momento pensar que soy yo a quien dedicas esa energía libre en sí misma que fluye entre dos. Aunque te diga adiós y suene tan rápido y previsto como siempre, sabes que siento irme y comprendes que soy consciente que por mucho que me quede eso no te hará más feliz. No obstante, desconoces lo cansada que está mi empapada almohada de escucharme, mis revueltas mantas de atraparme y mis desordenados sueños de despertarme. Aún así, lo que queda de hoy sigue siendo distinto. Ya no estás, pero sé que mientras intento conciliar el sueño, sonrisas se siguen asomando y acomañando a tu mirada. Porque tú sonríes y el mundo es perfecto.