lunes, 14 de diciembre de 2009

Querido hoy:

Eres un día de cambios. De cambios definitivos, de esos a los que me encanta aspirar. Gracias por los fugaces momentos que me saludaron a lo largo de la mañana. Me despedí de todos y cada uno de ellos tal y como se merecían. Necesitaba espacio en mi mente para empezar de nuevo. Ellos lo entendieron y espero que tú hagas lo mismo. No es justo que sólo me visiten a mí y que sea yo la que te conduzca al recuerdo. Como no es normal que por el hecho de respetar tus distancias sea yo la que me pierda en ellas. Qué más dará lo que sientas, pienses y hagas. Mis dedos no escribirán más por ti y si lo hacen, seré yo quien los castigue sin que sus absurdas palabras te complazcan con mi permanencia. Me hace feliz pensar que realmente todo acabó y que el tiempo perdido será recuperdo si así lo deciden días como hoy. Yo, que presumo de esperar eternamente, encontré mi límite, aquel que como el tuyo no tiende a infinito. La vida es maravillosa, hoy más que nunca.