domingo, 29 de noviembre de 2009

Querido tú:

Esto no es una carta de despedida. Yo no sé escribir de esas, siempre me queda algo por decir.
Es un simple recordatorio, una inocente cuenta atrás, de las que inevitablemente hago cada vez que se aproxima el recuerdo. Es otro intento, otro entre mil. Me prometí parar de hacerlo cuando ella empezase a dedicarte sus palabras. Y cuando tuviese la certeza de que no echarías de menos el sentirte aludido. Espero que te encuentres bien, tranquilo, y si no es el caso, deseo que mejores tu estado de ánimo conforme lees estas líneas. Olvidé cómo regalarte una sonrisa, no sé las palabras que quieres escuchar y no tengo nidea de lo que sientes en éste momento. Pero estás y eso es lo que importa. No me ha costado borrarte de la rutina. Ésa rutina es tan lejana como el inicio de esta carta. Aún así, me gustaría verte pronto. Podríamos tener una cita improvisada, no hay nada que perder porque no hay nada simplemente. Me despido, pero no por ello te abandono. Serás feliz en mi ausencia. Yo quiero que sea así.

Quince