Como con los ojos.
Elijo todo por cómo suena.
Las etapas de mi vida se dividen en olores.
Me sabe mal decir que no y peor decir que sí.
Tengo más tacto en la boca que en los dedos de mi mano.
Me pierdo en todos los sentidos, pero más ellos en mí.
Y así suena el frío de Madrid: