Cuando las páginas se encharquen de lágrimas.
Cuando tu piel se abarrote a cicatrices.
Cuando ruido y silencio te molesten por igual.
Cuando pienses en lo que pudiste ser y no fuiste.
Cuando reconoces que no puedes porque no quieres.
Cuando ya no hay flaqueza de donde sacar tanta fuerza.
Cuando los nervios emigren a donde merezca la pena.
Cuando lleves una vida detrás de algo que no llega.
Cuando sabes que como temprano llegará a los 30.
Cuando tus resquicios de positividad sean más que derrumbados.
Cuando para hacer cualquier cosa seas una vieja de 21 años.
Cuando aquello que realmente quieres sólo esté escrito en un papel.
Cuando te repites que mañana será otro día, por milésima vez.
Entonces recordarás que fuiste la única niña del mundo que quería ser carnicera.